Estar enganchado a un programa de cocina puede ser preocupante, pero si el cocinero del programa encima es inglés, la cosa ya es grave.
Esto es lo que me ocurre con Jamie Oliver y su programa, que podéis ver en Localia cada sábado a las 17.00h y en Canal Cocina unas 23 veces al día.
Jamie es un cocinero de treinta y pocos años que ha aprovechado el tirón mediático de la cocina y ha montado su pequeño emporio. Darío Barrio, cara conocida por Cuatro, intentó ser su sucedáneo español realizando programas calcados a los del cocinero británico, pero sin tanta suerte ni tanta gracia.
Para que el mundo de Jamie Oliver os absorba se necesita paciencia y no dejarse llevar por la primera impresión. Arguiñano nos tiene muy mal acostumbrados y os aviso que su organización y pulcritud no las encontramos en Oliver.
Daos de plazo unos tres programas. Los dos primeros igual os genera algo de rechazo, pero si llegáis al tercero, sus dedos rechonchos y aceitosos y sus movimientos histriónicos os hipnotizarán. Ya no podréis entender una sobremesa de sábado sin Jamie Oliver.
La receta es sencilla pero efectiva. Un cocinero joven, simpático y bien parecido. Platos sencillos, baratos y con una herencia italiana. Una forma tradicional de cocinar, sin artificios ni deconstrucciones que valgan. Muchas hierbas y especias. Y sobre todo, buen género.
A los que no les guste cocinar seguramente les entre el gusanillo.
Esto es lo que me ocurre con Jamie Oliver y su programa, que podéis ver en Localia cada sábado a las 17.00h y en Canal Cocina unas 23 veces al día.
Jamie es un cocinero de treinta y pocos años que ha aprovechado el tirón mediático de la cocina y ha montado su pequeño emporio. Darío Barrio, cara conocida por Cuatro, intentó ser su sucedáneo español realizando programas calcados a los del cocinero británico, pero sin tanta suerte ni tanta gracia.
Para que el mundo de Jamie Oliver os absorba se necesita paciencia y no dejarse llevar por la primera impresión. Arguiñano nos tiene muy mal acostumbrados y os aviso que su organización y pulcritud no las encontramos en Oliver.
Daos de plazo unos tres programas. Los dos primeros igual os genera algo de rechazo, pero si llegáis al tercero, sus dedos rechonchos y aceitosos y sus movimientos histriónicos os hipnotizarán. Ya no podréis entender una sobremesa de sábado sin Jamie Oliver.
La receta es sencilla pero efectiva. Un cocinero joven, simpático y bien parecido. Platos sencillos, baratos y con una herencia italiana. Una forma tradicional de cocinar, sin artificios ni deconstrucciones que valgan. Muchas hierbas y especias. Y sobre todo, buen género.
A los que no les guste cocinar seguramente les entre el gusanillo.
Aquí os dejo el vídeo de una de sus recetas. Auténtica cocina de guerrilla:
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, el mundo de Oliver es hipnótico (hay que decir que ese soundtrack de pajarillos ayuda bastante). Esa suciedad pero como de campo, esos utensilios usados y hasta con grietas, pues sí, es especial y nos aporta paz y sus recetas también, aunque las arterias puedan obstruirse pelín con tanta salsa. De lo mejor que hay en la cocina televisiva junto a Arguiñano, a pesar de sus chistes con las verduras fálicas.
vaya personaje! ejjeje
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